Noche by Bernard Minier

Noche by Bernard Minier

autor:Bernard Minier [Minier, Bernard]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2017-04-01T04:00:00+00:00


GUSTAV

26

Contactos

Había reculado hacia la cama y se había tendido en ella, manteniendo los pies bien apoyados en el suelo, con las rodillas flexionadas. Luego acabó de abrirse el batín.

La única luz que iluminaba la habitación procedía de la lámpara de la mesita de noche, que dejaba los rincones sumidos en una sombra profunda, donde los fantasmas de su vida se agazapaban. La noche los envolvía. Vio el resplandor de la lámpara reflejado en los ojos de Servaz, en los que ya no había ningún rastro de inocencia cuando se acercó a ella. Se quitó la chaqueta y se desabotonó la camisa. Ella oía la lluvia, que golpeaba el cristal. Notó que por la corredera que había dejado entreabierta se colaba una brisa húmeda que estremecía las sábanas y su piel. En el momento en que iba a inclinarse sobre ella, Kirsten levantó la pierna derecha y se lo impidió apoyándole el pie en el pecho.

Él le acarició la pantorrilla, después el tobillo y prolongó el suave contacto hasta el talón y los dedos. Sin apartar la mirada de Servaz, le deslizó el pie descalzo por el torso, entre la camisa abierta. Continuó bajando y, tras franquear la hebilla del cinturón, le acarició el sexo hinchado, por encima de la tela del pantalón.

En cuanto volvió a posarlo en el suelo, él se le echó encima. Kirsten lo besó al tiempo que le desabrochaba el cinturón y bajaba la cremallera.

Presionándole un pezón entre los labios, él le deslizó una mano entre los muslos y descubrió su calor. Se humedeció casi de forma instantánea. Eso lo excitó aún más, pero contuvo las ganas de penetrarla, se lamió los dedos y continuó. Kirsten gimió, se retorció en la cama… como si quisiera ofrecerse más todavía y a la vez rechazarlo. Servaz siguió acariciándola y después profundizó mucho más.

En ese momento, ella se retorcía emitiendo unos gritos prolongados, a veces roncos a veces agudos. El sexo le rezumaba. Continuaron así por toda la cama, perdieron la noción del espacio: ella intentaba escapar a sus caricias mientras que al mismo tiempo las acogía, se frotaba, empujaba los dedos de él hacia adentro y luego se apartaba, hasta que lo atrajo hacia ella para que la penetrara. Pegó el pubis al suyo y, muy pronto, empezó a dictarle el ritmo, un ritmo rápido, frenético, mientras le clavaba las uñas largas en los hombros y los costados. Volvió a lamerle y a mordisquearle la oreja, y él notó que su erección se incrementaba. Después, lo mordió de verdad. Primero en la oreja, en el lóbulo —provocándole una punzada de dolor—, y después en el hombro. Kirsten había abierto los ojos justo antes. Con una mirada sombría, salvaje, lo escrutaba, desafiante, con curiosidad. Él la inmovilizó sobre el colchón y se hundió en ella todo lo que pudo. Ella siguió imprimiendo un ritmo furioso a su vaivén, aceleró incluso, con una mano apoyada en la nalga, buscando el placer; un ritmo casi demasiado rápido para él, que le arrebataba



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.